Las fisuras anales son un pequeño desgarro en el tejido húmedo que recubre el ano en la parte final del recto. Son mucho más habituales de lo que se suele pensar, ya que son provocadas generalmente por heces grandes y duras o muy seguidas. Es más común encontrarlas en niños pequeños o bebes, sin embargo pueden sufrirse a cualquier edad. La piel que recubre esta zona es más sensible y débil que la de otras partes del cuerpo, por ese motivo su aparición es relativamente fácil.
Encontramos diversos síntomas por los que podemos detectarlas. Algunos son más evidentes, como dolor en el momento de evacuar, picazón, molestias tras haber ido al baño o sangrado en las heces. Otros síntomas que nos delatan la aparición de fisuras son, una grieta visible en la piel que rodea el ano o un bulto o papiloma cutáneo en la zona.
Podemos clasificar la fisura dependiendo de diferentes variantes: el lugar y tiempo de duración o su origen.
Según su tiempo de duración y lugar en el que se encuentra tenemos dos tipos.
Agudas, son aquellas que tardan menos de 6 semanas en su curación y no aparecen continuamente en la misma ubicación.
Las crónicas aparecen siempre en el mismo lugar, en periodos de tiempo corto y tardan más de 6 semanas en curarse. En este caso debemos de ponernos en contacto con un especialista.
Según su origen también podemos subdividirlas en dos grupos.
Las primarias son producidas por golpes o empujes violentos en la zona, así como desgarros. Es la principal causa de origen, estas fisuras son conocidas como idiópaticas.
Sin embargo, las secundarias tienen su origen en enfermedades cuyos síntomas afectan a la piel y a la zona. Las enfermedades que presentan inflamación intestinal, pueden provocar la fisura a cualquier distancia del canal anal.
En muchas ocasiones, estas fisuras se pueden confundir con otros problemas como las hemorroides. Es importante saber diferenciarlas para poder tratarlas de forma adecuada. Las hemorroides son pequeñas dilataciones del tejido vascularizado, que se encuentran en una capa más interna de la piel. Estas hemorroides podemos diferenciarlas entre internas o externas al canal anal. Ambas enfermedades tienen puntos en común, ninguna de las dos supone un peligro grave para nuestra salud. No obstante, los efectos de ambos problemas son muy molestos. Pueden suponer fuertes dolores en el momento de ir al baño. Son dolencias que nos afectan en el transcurso normal del día a día e incluso para conciliar el sueño. Ya que el aumento de picor en la zona, puede ir acompañado de dolor.
Por lo tanto, la diferenciación con las hemorroides viene dada, por el lugar en el que se encuentra y los elementos que las provocan. Siendo generalmente las fisuras provocadas por una dilatación excesiva, lo cual podemos comprobar con la sangre en las heces.
Actualmente existen diferentes opciones para tratar las fisuras anales, desde geles como el que adjuntamos en este artículo hasta la cirugía, pasando por cambios en la dieta. Dependiendo de la gravedad de las fisuras y si llegasen a ser crónicas, es recomendable visitar a un especialista para su correcto diagnóstico.
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